Nicaragüenses escapan de la crisis y se arriesgan por el sueño americano

Horas antes de cruzar el Río Bravo, la nicaragüense Gabriela Tatiana Espinoza Pérez llamó a su madre María Mercedes Pérez para pedirle la bendición.

Desde que decidió salir de la ciudad de Masaya, ubicada al sur de la capital nicaragüense, con destino a Estados Unidos tenía todo planeado. Todo iba bien. Lo único que la joven tenía pendiente realizar era una última llamada a su madre. Esa vez sería para decirle que se había entregado a las autoridades estadounidenses para pedir refugio.

La llamada nunca llegó.

A través de la televisión nacional María Mercedes Pérez, se enteró que su hija había muerto. “Ha sido un gran sufrimiento, llanto, angustia. Vi cómo se ahogada mi hija, ver cómo me la sacaron me ha impactado”, dice la madre conmovida ante los medios locales.

“¿Qué pasó con mi muchachita?”, pregunta.

“No me la ayudaron”, responde sin consuelo.

Espinoza Pérez, tenía apenas 32 años cuando tomó la decisión de emigrar. Su familia dice que buscaba mejorar la situación económica de ella y su madre.

“Ver a mi muchachita ahogada me parte el corazón. Ella iba buscando un mejor futuro, yo le dije que no, pero qué iba hacer, a un sueño americano que encontró la muerte”, dijo llorando la madre de 71 años.

En los últimos años de crisis política, el número de migrantes ha aumentado exponencialmente en Nicaragua. En 2018, según datos oficiales, salieron del país más de 100.000 personas huyendo del país, un número alto para un país con apenas 6 millones de habitantes.

Solo en los meses de marzo y abril fallecieron unas 14 personas en el intento por cruzar a Estados Unidos. Entre estos está Clorinda Alarcón, una mujer embarazada que murió en México después de permanecer encerrada con unos 250 migrantes en un contenedor abandonado por “coyotes”, como se les conoce a los traficantes de personas.

Alarcón, que era originaria de una comunidad remota del Caribe Norte del país, había vendido todo lo que tenía en propiedad para emigrar emigrar a Estados Unidos.

“Yo le pregunté si no le daba miedo irse, y ella dijo que no, que lo hacía para darle una mejor vida a su niña y a la bebé que estaba esperando. Ella me dijo que tenía fe de llegar con bien, porque había visto cómo muchas personas lograron llegar”, relató su hermana Cenia Alarcón a medios locales.

¿Migración política o económica?

Expertos consultados alertan que el aumento de migrantes nicaragüenses corresponden a razones económicas generadas por la crisis política que se inició cuatro años atrás y todavía sin una salida aparente.

De hecho a la actualidad, la canasta básica en Nicaragua que oscila entre los 17,200 córdobas (unos 941 dólares) no alcanza para cubrir ni siquiera la mitad de esta para un trabajador que gane el salario mínimo de 4.980 córdobas (unos 142 dólares)

Las familias en parte se están apoyando de las remesas que han aumentado en gran medida, según datos oficiales del Banco Central. Por ejemplo en el primer trimestre del 2022, los nicaragüenses recibieron más del 26 % en remesas en relación al mismo período en 2021.

Los principales países de origen de las remesas son Estados Unidos, con un 70%, luego sigue España, Costa Rica, Panamá y Canadá.

Pero la tendencia data de tiempo atrás. En 2020, por ejemplo, Nicaragua captó un 10 % más que en 2019, según los mismos datos oficiales.

¿Alcanzará Nicaragua los niveles de migración de países del Triángulo Norte?

Alberto Brunori, Representante para América Central de la OACNUDH, valora en entrevista que aunque Nicaragua aún no está en los primeros países de donde provienen los migrantes, como ocurre con las naciones del “Triángulo Norte” [de Honduras, Guatemala y El Salvador], de seguir al ritmo actual podría llegar a estadísticas similares en cuanto al flujo migratorio.

“Nicaragua ha ido aumentando en esa lista de migración. Ciertamente tenemos información de muchas personas de la sociedad civil que han tenido que salir y eso ha ido incrementando, es una preocupación que por razones de represión Nicaragua está exportando parte de los mejores cerebros, intelectos y sociedad civil”, dice Brunori.

El sociólogo y economista Oscar René Vargas explica que como consecuencia del costo de la canasta básica habría un proceso de desnutrición y empobrecimiento. “Es la confluencia de varios factores que hacen que esto se vuelva un problema apremiante”.

Fuente: VOA 

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