Esta pandemia amenaza con sacar lo peor de la humanidad ¿Por qué?

Una mujer en un supermercado australiano presuntamente le clava un cuchillo a un hombre en una confrontación por papel higiénico. Un estudiante de Singapur de etnia china es golpeado en las calles de Londres y abandonado con la cara fracturada. Manifestantes en la isla de Reunión, en el Océano Índico, dan la bienvenida a los pasajeros de cruceros lanzándoles insultos y rocas.

El coronavirus está sacando la peor cara de la humanidad.

No importó que el suministro de papel higiénico de Australia fuera abundante, que la persona de origen asiático no tuviera vínculos con el virus y que ni un solo pasajero en el crucero Princess, que atracó en Reunión, estuviera contagiado.

Los incidentes irracionales y egoístas como estos son probablemente la excepción, no la regla, pero una mentalidad de todo para sí mismos, o para cada familia, incluso cada país, parece estar creciendo, poniendo en tela de juicio la capacidad del mundo para unirse y frenar la propagación del coronavirus.

Los líderes de las naciones afectadas están luchando para tomar algo de control de la situación. Imponen medidas restrictivas en sus países, inyectan dinero en sus economías y prometen que sus sistemas de salud encontrarán de alguna manera las camas supletorias, los médicos y las enfermeras que inevitablemente necesitarán.

Sin embargo, parece haber poca coordinación entre los países para abordar lo que por naturaleza es un desafío global.

Las máscaras faciales en todo el mundo se están agotando porque las personas que no las necesitan las acaparan. Estados Unidos las está almacenando mientras que Corea del Sur, Alemania y Rusia, entre otros, prohibieron su exportación para garantizar que su propia gente tenga suficientes.

India, que por volumen produce el 20% de las drogas medicinales del mundo, detuvo la exportación de ciertas medicinas. Sí, no puede obtener suficientes ingredientes de China y no puede hacer su producción habitual, pero también es probable que los conserve para su propia gente.

Archivo CA

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