Los funerales son un gran problema en Ghana y no es raro, en algunas partes, que una ceremonia dure hasta siete días, atrayendo a miles de multitudes adornadas con túnicas rojas y negras y joyas de oro.
Algunas familias incluso contratan dolientes profesionales para llorar en el funeral de su ser querido porque “sirve como una recompensa para la persona que ha muerto”, dice Adwoa Yeboah Agyei, propietaria de The Funeral Shop and Services, una franquicia con ubicaciones en Accra.
Los funerales de Ghana son muy simbólicos y los rituales involucrados incluyen dar ofrendas a los espíritus de los antepasados y fuertes bailes y tambores tradicionales para acompañar a los muertos en su viaje.
Pero una tradición centenaria se ha detenido.
Desde que el presidente de Ghana, Nana Akufo-Addo, suspendió todas las reuniones públicas a mediados de marzo a raíz de la pandemia de coronavirus, los entierros se han limitado a no más de 25 personas en la nación de África occidental.
El padre de Obed Ampadu-Asiamah, de 73 años, falleció poco después del anuncio tras las complicaciones de un derrame cerebral.Obed se ha esforzado por hacer llamadas telefónicas dolorosas y enviar avisos informando a los asistentes que solo podía invitar a 25 familiares y amigos. Originalmente esperaban 2.000 personas y se ha pospuesto un funeral oficial para una fecha posterior.
“Tuvimos que cortar a todos los suegros y a los nietos. Ninguno pudo asistir”, dijo a CNN con voz temblorosa.
“Solo podíamos proporcionar seis espacios para miembros del lado de la familia de mi padre y tres para miembros de su iglesia”.
La gran casa funeraria que alquilaron para celebrar la ceremonia fue trasladada a una pequeña capilla privada dentro del mismo lugar.
Las máscaras ocultaban la angustia en los rostros de los dolientes vestidos de rojo y negro, ya que estaban separados varios pies con las cabezas inclinadas en recuerdo de un hombre muy respetado, que estableció iglesias en partes de África occidental.
