China y Rusia están construyendo puentes para el comercio

Durante décadas, el río Amur ha separado a la China moderna y a Rusia: sus aguas atraviesan más de 1 mil de sus aproximadamente 2 mil 500 kilómetros de frontera. Pero siempre le ha faltado una cosa: un puente vehicular.

Ahora, a medida que el aislamiento económico de Rusia tras su invasión de Ucrania la acerca a Beijing, eso está cambiando, y con grandes anuncios.

El viernes pasado, Beijing y Moscú celebraron el lanzamiento de otro nuevo enlace terrestre –lo que los medios de comunicación estatales de ambas partes han llamado el primer puente vehicular sobre el Amur– con cohetes que arrastraban humo de colores y aplausos de los funcionarios locales desde las orillas del río, mientras sus superiores transmitían desde Moscú y Beijing en pantallas de televisión gigantes especialmente traídas para el día.

Se espera que pronto se inaugure un segundo cruce, el único puente ferroviario que conecta los países a través del río.

Para ese primer viaje por carretera, realizado la semana pasada, ocho camiones de carga de China y ocho de Rusia pasaron en procesión por el puente de un kilómetro de largo, cada uno con dos banderas nacionales de gran tamaño a cada lado de sus cabinas, mientras se deslizaban unos junto a otros en una coreografía captada por drones aéreos.

Los cargueros chinos transportaban productos electrónicos y neumáticos, los rusos aceite de soja y madera aserrada, según Moscú. Y si algún espectador tenía dudas sobre el simbolismo, que se produce en un momento en el que la guerra en Ucrania ha dejado a Moscú desesperado por demostrar que todavía tiene amigos y socios comerciales, un viceprimer ministro ruso se encargó de aclarar las cosas.

“El puente Blagoveshchensk-Heihe tiene un significado simbólico especial en el mundo desunido de hoy. Se convertirá en otro hilo de amistad que unirá a los pueblos de Rusia y China”, dijo Yury Trutnev, enviado del Kremlin al Extremo Oriente ruso.

Un puente para el comercio entre China y Rusia

El proyecto de US$ 369 millones conecta las ciudades gemelas de Heihe, en la provincia china de Heilongjiang, con la capital de la región de Amur, Blagoveshchensk, en el Extremo Oriente ruso. Moscú espera que, cuando esté en pleno funcionamiento, permita el paso de unos 4 millones de toneladas de mercancías y dos millones de pasajeros al año.

Es probable que esto impulse aún más el comercio bilateral entre China y Rusia, que ya se prevé que aumente a medida que Moscú busque cada vez más a Beijing como socio económico, aunque sigue habiendo dudas sobre hasta dónde llegará China para apoyar a su vecino, afectado por las sanciones.

El momento del lanzamiento del puente subraya el interés de Beijing en la asociación. Se produce incluso cuando China continúa con un implacable régimen de “cero covid-19”, que ha visto cómo el país endurece repetidamente los controles en las fronteras terrestres: levantando vallas frente a Myanmar, reteniendo los cruces fronterizos con controles estrictos e incluso instando a sus ciudadanos en la frontera norcoreana a cerrar sus ventanas para que no se desborde el virus.

China estaba “dispuesta a encontrarse con Rusia a mitad de camino”, dijo el viceprimer ministro chino, Hu Chunhua, en la inauguración del viernes.

El país estaba “dispuesto a trabajar con Rusia para avanzar continuamente en la cooperación en materia de conectividad”, dijo.

Un encuentro a mitad de camino

Los dos puentes llevan años preparándose, ya que el proyecto ferroviario –más al este del Amur, en la ciudad china de Tongjiang y la rusa de Nizhneleninskoye– comenzó a construirse en 2014. La apertura del viernes del puente de la autopista siguió un camino similar: la construcción comenzó en 2016 y se completó en gran parte hace más de dos años, pero su apertura se detuvo debido a la pandemia.

Los nuevos cruces ponen de relieve los florecientes lazos entre los países. Estos han crecido bajo el mandato del presidente ruso, Vladimir Putin, y el líder chino, Xi Jinping, e incluyen el objetivo, expresado por Moscú esta primavera boreal, de alcanzar los US$ 200.000 millones en comercio para 2024, frente al récord de US$ 146.000 millones del año pasado.

“Hace poco, Rusia y China no tenían ni un solo puente sobre el río Amur, pero ahora tienen hasta dos puentes… así que la tendencia es clara”, dijo Artyom Lukin, profesor asociado de Relaciones Internacionales en la Universidad Federal del Lejano Oriente en Vladivostok.

Pero los puentes –construidos cada uno en dos mitades, por los chinos en un lado y por los rusos en el otro– y el río que atraviesan también subrayan los incómodos cimientos de esa relación.

Conocido como Amur en Rusia y Heilongjiang en China, sus riberas fueron en su día zonas tensas y fuertemente patrulladas. Un afluente del Amur fue el escenario de un conflicto fronterizo en 1969, resultado de la intensificación de las tensiones entre la Unión Soviética y una joven China comunista, y no fue hasta la década de 1990 cuando se resolvieron en gran medida las disputas territoriales.

Los acuerdos de entonces para desarrollar la cooperación a través del río se estancaron durante años, ya que los pontones, los aerodeslizadores y las carreteras de hielo estacionales seguían siendo los medios para transportar personas y mercancías a través de él, mientras que las conexiones terrestres y marítimas en otros lugares de los países gestionaban más comercio.

Según Lukin, las rutas anteriores no eran suficientes, dado el creciente volumen de comercio entre Rusia y China.

“China siempre ha presionado para que haya más infraestructuras portuarias, pero Rusia era un poco reacia hasta hace poco a construir este tipo de infraestructuras, por miedo a depender demasiado de China”, dijo Lukin.

“Pero ahora Rusia no tiene otra opción”, dijo, añadiendo que desde la anexión rusa de Crimea, en 2014, y la consiguiente reacción occidental, Rusia se ha mostrado “mucho más abierta” a las iniciativas chinas para desarrollar infraestructuras transfronterizas.

*Con información de CNN

Archivo CA

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